Entre la confusión de protestas y revueltas en Chile, un joven universitario toca un día a la puerta de una mujer, buscando refugio tras un altercado con la policía. El episodio detonará en la trama de El silencio del mundo, el libro más reciente de Pablo Azócar, sobre el cual habló en entrevista con SinEmbargo.
Ciudad de México, 2 de marzo (SinEmbargo).– “La pérdida amorosa es una de las pérdidas más radicales que todo mundo conocemos. El dolor de la pérdida todos lo hemos sufrido”, comentó en entrevista el escritor chileno Pablo Azócar, quien acaba de publicar El silencio del mundo (Tusquets).
La novela de Azócar relata una historia de amor entre Elisa, una traductora que vive sola en su departamento, y Diego, un joven que forma parte de las protestas durante el estallido social en Chile de 2019. El activismo de Diego lo llevará a la puerta del departamento de Elisa, en donde transcurre gran parte de la historia que se extiende hasta el inicio de la pandemia de la COVID-19.
“Yo venía desde hace mucho rato con el tema de la complejidad del amor porque una historia de amor es un lugar común. Ese era mi desafío de cómo eludir los lugares comunes. Por qué no buscar otro lugar para hablar de algo tan importante. Estaba en este tema y de repente apareció el estallido social que sacudió a todos muchísimo y me pareció que era un escenario magnífico como el escenario de una ópera”, compartió Pablo Azócar en la plática con SinEmbargo.
El también periodista y autor de Natalia precisó que precisamente el componente, primero, del estallido social, y después de la contingencia sanitaria, intensificó la historia. “Aparece el Carpe diem, de vivamos hoy como si fuera el último día, y la pandemia además introduce el elemento de la muerte, del peligro, de que todo se puede terminar, la percepción subjetiva del fin del mundo”.
Para ello, platicó, se conjugan las personalidades y el choque generacional de Elisa y de Diego. Mientras ella recuerda con temor el impacto que tuvo en su infancia la dictadura de Augusto Pinochet, para Diego apenas si se trata de una referencia histórica.
“Ahí está el choque cultural, hay estas cosas donde él trae este mundo callejero, este mundo variopinto, donde empiezan a estallar las reivindicaciones de pueblos originarios, reivindicaciones ecológicas, reivindicaciones feministas. Y entonces, colisionan de buena manera, ella está marcada por la dictadura de Pinochet que se llevó a su padre y por eso le da tanto miedo, y ese es el miedo que le oculta a él. Entonces, por una parte colisionan y por otra parte interactúan y van dialogando, se van aceptando distintas cosas”, precisó.
Así el lector irá conociendo, a través de la mirada de Elisa el día a día de su relación con Diego, las noches en vela en su espera, la compañía que le hace Gengis Khan, el gato que lleva él al departamento, y sobre todo las omisiones que se trazan entre ambos.
“Hay un tema de las omisiones que hay de cada uno. Elisa se niega a hablar de sus miedos, se niega a hablar de su locura, y al mismo tiempo él se va y nunca le dice lo que hizo, nunca le dice dónde estuvo, no sabes de hecho qué hace. Hay muchas omisiones y además está el tema del error, porque el error es uno de los rasgos más distintivos de la experiencia humana y cómo nos equivocamos en el amor”.
Son precisamente esos errores los que darán dinamismo a la relación de ambos, errores que les permiten abrirse el uno al otro, aún sin reconocerlo por momentos, hasta que la pérdida marque su destino.